viernes, 14 de enero de 2011

EL CÍRCULO DEL NOVENTINUEVE



Un rey muy triste tenía un sirviente que se mostraba siempre pleno
y feliz. Todas las mañanas, cuando le llevaba el desayuno, lo
despertaba tarareando alegres canciones de juglares.
Siempre había una sonrisa en su cara, y su actitud hacia la vida era
serena y alegre. Un día el rey lo mandó llamar y le preguntó:
—Paje, ¿cuál es el secreto?
— ¿Qué secreto, Majestad?
— ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
—No hay ningún secreto, Alteza.
—No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
—Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, estamos vestidos y alimentados, y además Su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas que nos permiten darnos pequeños gustos.
¿Cómo no estar feliz?
—Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar —dijo el rey—. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómo el paje vivía feliz así, vistiendo ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le preguntó:
— ¿Por qué él es feliz?
—Majestad, lo que sucede es que él está por fuera del círculo.
— ¿Fuera del círculo? ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
—No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
—A ver si entiendo: ¿estar en el círculo lo hace infeliz? ¿Y cómo salió de él?
—Es que nunca entró.
— ¿Qué círculo es ese?
—El círculo del noventa y nueve.
—Verdaderamente, no entiendo nada.
—La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos. ¿Cómo? Haciendo entrar al paje en el círculo. Pero, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. Si le damos la oportunidad, entrará por sí mismo.
— ¿Pero no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
—Sí se dará cuenta, pero no lo podrá evitar.
— ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos lo hará?
—Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente sirviente para entender la estructura del círculo, lo haremos. Esta noche pasaré a buscarlo. Debe tener preparada una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro.
Así fue. El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio guardó en la bolsa un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre.
Disfrútalo y no le cuentes a nadie cómo lo encontraste”.
Cuando el paje salió por la mañana, el sabio y el rey lo estaban espiando. El sirviente leyó la nota, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció. La apretó contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.
El rey y el sabio se acercaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo una vela, y había vaciado el contenido de la bolsa.
Sus ojos no podían creer lo que veían: ¡una montaña de monedas de oro! El paje las tocaba, las amontonaba y las alumbraba con la vela. Las juntaba y desparramaba, jugaba con ellas... Así, empezó a hacer pilas de diez monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres, cuatro, cinco pilas de diez... hasta que formó la última pila: ¡nueve monedas! Su mirada recorrió la mesa primero, luego el piso y finalmente la bolsa.
“No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. “Me robaron —gritó—, me robaron, ¡malditos!” Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas. Corrió los muebles, pero no encontró nada. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había noventa y nueve monedas de oro. “Es mucho dinero —pensó—, pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo. Cien es un número completo, pero noventa y nueve no”.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, tenía el ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojos se veían pequeños y la boca mostraba un horrible rictus.
El sirviente guardó las monedas y, mirando para todos lados con el fin de cerciorarse de que nadie lo viera, escondió la bolsa entre la leña.
Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar para comprar su moneda número cien? Hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla; después, quizás no necesitaría trabajar más. Con cien monedas de oro un hombre puede dejar de trabajar.
Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas de oro se puede vivir tranquilo. Si trabajaba y ahorraba, en once o doce años juntaría lo necesario. Hizo cuentas: sumando su salario y el de su esposa, reuniría el dinero en siete años. ¡Era demasiado tiempo!
Pero, ¿para qué tanta ropa de invierno?, ¿para qué más de un par de zapatos? En cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio volvieron al palacio.
El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve. Durante los meses siguientes, continuó con sus planes de ahorro. Una mañana entró a la alcoba real golpeando las puertas y refunfuñando.
— ¿Qué te pasa? —le preguntó el rey de buen modo.
—Nada —contestó el otro.
—No hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
—Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría Su
Alteza, que fuera también su bufón y juglar?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.
No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor
La mayoría de nosotros hemos sido educados en esta psicología: siempre nos falta algo para estar completos, y sólo entonces podremos gozar de lo que tenemos; siempre nos faltan “cinco centavos para el peso”. Nos enseñaron que la felicidad deberá esperar a completar lo que falta. Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca podemos gozar de la vida.
Otra cosa sería si nos diéramos cuenta, así, de golpe, de que nuestras noventa y nueve monedas son el cien por cien de nuestra fortuna, de que no nos falta nada, de que nadie se quedó con lo nuestro. Es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que, por codicia, arrastremos el carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Un engaño para que nunca dejemos de empujar, sin ver los enormes tesoros que tenemos alrededor, aquí y ahora.
Añoramos lo que nos falta y dejamos de disfrutar de lo que tenemos.
Si crees que estas en este círculo del noventinueve y si crees que te falta algo para ser feliz o piensas que sin ese algo no es completa tu felicidad estas equivocado, ahora que conoces esta historia ya es hora de que salgas de ese círculo, y no esperes tener todo completo para ser feliz, como dicen la vida no consiste en ser feliz teniéndolo todo, sino la vida consiste en ser feliz con lo que tenemos y cada día tratando de ser mejores que ayer recuerda todo lo que se desea se puede obtener en esta vida, con fe y perseverancia.


miércoles, 12 de enero de 2011

EL AMOR ES MÁS IMPORTANTE QUE EL DINERO


Con dinero se puede comprar placer, pero no amor.
Con dinero se pueden comprar diversiones, pero no alegría.
Con dinero se puede comprar un esclavo, pero no un amigo.
Con dinero se puede comprar una mujer, pero no una esposa.
Con dinero se puede comprar una casa, pero no un hogar.
Con dinero se pueden comprar alimentos, pero no apetito.
Con dinero se pueden comprar medicinas, pero no salud.
Con dinero se pueden comprar diplomas, pero no cultura.
Con dinero se pueden comprar favores, pero no perdón.
Con dinero se puede comprar la tierra, pero no el cielo.
Con dinero se pueden comprar títulos, pero no honradez.
Con dinero se puede comprar bienestar, pero no felicidad.
Con dinero se pueden comprar "rezos", pero no a Dios.
Con dinero se pueden lograr armas, pero no sembrar la paz.
Con dinero se puede comprar droga, pero no sentido de la vida.
Con dinero puedes someter esclavos, pero no hacer personas libres...
Con dinero se pueden tener cosas y "pasarlo bien" (a veces),
pero sólo amando a las personas podemos ser felices...




domingo, 9 de enero de 2011

LA MARIONETA


Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo, y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco y soñaría más; entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate...
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo y me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti; y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas y el encarnado beso de sus pétalos.
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida. No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer y hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A los niños les daría alas, pero dejaría que aprendiesen a volar solos.
A los viejos, a mis viejos, les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por vez primera el dedo de su madre, lo tiene atrapado para siempre.
He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de mirar a otro hombre hacia abajo cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, los hombres, pero finalmente no me servirán de mucho porque cuando me guarden dentro de esta maleta con las demás marionetas, estaré muriendo.

El modo de pensar y actuar del ser humano cada día se ha vuelto más negativa, nos hemos vuelto muy egoístas y muy rutinarios, hemos dejado de lado todo lo espiritual, aferrándonos más a lo material, hace tiempo que hemos perdido la verdadera razón de nuestra existencia, hemos dejado de disfrutar la vida, date tiempo para volver a vivir nunca es tarde para volver a empezar, deja la rutina y empieza a disfrutar la vida.

sábado, 8 de enero de 2011

QUIEN AMA




Sabes que sucede con quien ama sencillo.

Quien ama sonríe a la vida…Quien odia cierra el rostro.

Quien ama acepta y bendice…Quien odia se revela y critica.

Quien ama levanta puentes de fraternidad…

Quien odia levanta muros de discordia.

Quien ama perdona…Quien odia se venga.

Quien ama siembra flores…Quien odia planta desiertos.

Quien ama perfuma los caminos…Quien odia daña los paisajes.

El amor ilumina a su turno…el odio oscurece los horizontes.

El amor es saludable…el odio es enfermedad.

El amor es remedio…el odio es veneno.

El odio mata…el amor resucita.



Aprendamos siempre a dar amor, el amor puede curarlo todo, perdonarlo todo, no permitamos que el odio envenene nuestra alma, siempre tengamos amor en el corazón, nos ayudara a responder mejor contra las dificultades que se presenten en el camino de nuestras vidas, el amor nos ayuda a construir y el odio a destruir, tú eliges, destruir o construir.


MI ULTIMA LECCION

MI ULTIMA LECCIÓN
Querido alumno:
Para ser feliz no importa lo que el mundo te ofrezca,
sino lo que tú puedas ofrecer,
porque todo lo que se da regresa,
y ante los ojos del Señor
sólo valen las buenas obras.

Al final no te llevarás lo que has guardado,
sólo se irá contigo lo que has hecho
en favor de los demás;
es decir, lo que has dado.

Nunca te quejes, la vida no es fácil,
camino sin piedra no es camino.
No te compares con nadie,
mídete contigo mismo;
es la única manera segura de avanzar.

Ningún ser es infalible, acepta tus errores,
los ajenos no justifican los tuyos.
Pide que te disculpen y corrígete.
La humildad es una virtud maravillosa,
casi inalcanzable, pero no imposible.

Con los años aprenderás que son los atajos
los que alargan el camino,
que la ruta más rápida y segura
es la que ya conoces.
Que nada es gratis en la vida.

Que todo debes ganártelo o merecerlo.
Que ser útil es mejor que ser importante.
Aprende a dominar tus iras.
Sé tolerante, cuántas veces lo serán contigo.

Jamás agredas, no olvides lo que dijo el poeta:
"El golpe daña más al que lo da, que al que lo recibe".
Estira la mano sólo para dar o ayudar.
Quiere a tus parientes y amigos con
todos sus defectos o correrás
el riesgo de quedarte sólo porque
el ser perfecto no existe.

Y acostúmbrate a escuchar;
los consejos no se discuten, se agradecen.
Recuerda que la belleza es fugaz,
que el poder es circunstancial
y que la riqueza es ajena.
Que a fin de cuentas, sólo es tuyo
lo que consumes.

Que por más dinero que tengas,
no serás mejor, no sabrás más,
ni serás más bueno.
Ni siquiera podrás comer
o dormir más que cualquier mendigo.

En todos los actos de tu vida trata de ser justo,
piensa en los demás;
deja que tu corazón cumpla con su deber,
su destino es querer;
para éso lo hizo Dios.
Por lo menos éso pensamos los maestros.

Aprende a valorar el amor que te dan,
siendo poco, tal vez sea lo máximo
que puedan ofrecerte.
No todos tenemos la misma
capacidad de sentir y de dar.
Dichoso tú si puedes hacer feliz al ser que amas.

Cada vez que sientas ternura por los tuyos no te contengas.
Todos tenemos una necesidad increíble de cariño.

Sea cual fuere tu edad, ten tus cosas en orden;
el Señor puede llamarte en cualquier momento.
Enseña a vivir con amor a tu familia;
si están alejados o resentidos, perdónense, nunca es tarde.
La vida es tan corta.

Quiéranse mucho, ahora que pueden hacerlo,
que están presentes, que es físicamente posible.
Recuerda hijo, que mañana si no los aparta la vida,
lo hará la muerte.

Ojalá que estas líneas te ayuden a vivir mejor.
Hasta siempre.

Atte. Tu maestro RUBEN JEFFERSON GUZMAN CARDENAS
CELULAR: 983905611 o 983301544
CORREO:richy_kpla@hotmail.com



lunes, 3 de enero de 2011

LA NOVIA QUE MURIO DE AMOR


Una mañana un joven recibió una llamada de su ex-novia, en la cual le decía… Yo también sentí lo mismo que tu anoche sentiste. Te espero dentro de una hora en el parque junto al pequeño muelle del lago. El puso el teléfono en su lugar y su impresión fue un poco aterradora, ya que un día antes había soñado a su ex novia, con la cual había quedado en malos términos y por rencores y orgullos ambos perdieron la comunicación de pareja y amistad. Tomo una ducha, se arreglo y pensó en decirles a sus amigos que ella le había llamado, pero prefirió dejarlo en privacidad… Total, era el momento para que ambos volvieran a cruzar palabras, ya que el orgullo no debe ser eterno, ni mucho menos un castigo en juicio, el joven se dirigió al parque, se acerco al pequeño muelle y se sentó, observando y pensando que iba a pasar, que le diría su ex novia? de que iba hablar? Miraba a la gente pasar y entre esa gente la vio, su ex novia se acercaba a él de forma misteriosa, la vio extraña, vestía totalmente diferente! No vestía sus ropas frecuentes, ahora vestía un vestido blanco que hacía ver en su rostro una extraña palidez, su mirada reflejaba una paz inmensa, lucia tan hermosa, Era como si destellara rayos de luz vestía unos zapatos impecablemente limpios del mismo color del vestido. El intento decirle hola pero ella le dijo caminemos, ella comenzó la conversación. He sabido que has estado triste y que has tenido muchos problemas. Te he soñado llorando, te he escuchado gritar afuera de mi casa y no me acercaba a ti, debido a las circunstancias, debido a tontos orgullos, yo se que tu no querías saber nada de mí y no te culpo ambos nos lastimamos demasiado, nos hicimos mucho daño y logramos alejarnos. No vengo a discutir, no vengo a pedirte perdón, solo he venido a decirte que aunque las cosas no se arreglaron en su debido momento. Yo creo que nunca es tarde, sabes espere a que tú me llamaras, para poder platicar, pero tu llamada nunca llego, el esperarte, el pensar en ti, borro mi apetito, se robo mis días de sol y me fue venciendo poco a poco, sin embargo guarde Fe y dije "el llamara" más nunca lo hiciste, no te culpo pero si te comprendo, se lo que sentiste anoche, se lo que te paso, yo también lo sentía en ese momento, pero con mucho mas dolor. Grite tu nombre mil veces y grite mil veces perdón, Que lastima que no me hayas escuchado, que lastima que no me hayas llamado pero sabes amor, creo que nunca es tarde para perdonar y si te pedí que vinieras al parque fue para entregarte esto, ella le entrego en sus manos una cruz, la cual era símbolo del amor de los dos. Esta cruz es mi cuerpo, esta cruz es quién soy, Te amo y quiero que la conserves contigo por el resto de tu vida, El se quedo sin palabras mientras gruesas lagrimas resbalaban por sus mejillas, La gente lo miraba y lo señalaban, alguien le pregunto, Joven está usted bien, y él respondió, si porque. Lo veo caminar y lo veo llorar, le sucede algo nada, gracias, simplemente estoy conversando con ella, la persona que pregunto se retiro extrañada del lugar. El acompaño hasta su casa a su ex novia, ella le pidió que por favor la esperara afuera y el accedió, ella nunca lo hacía esperar en el patio, quedo 10 minutos esperando y no regresaba, de pronto escucho voces y vio salir de la casa a los amigos de ella, todos con cara triste y ojos llorosos, lo abrazaron y le dijeron. Se nos fue, se nos fue, una extraña sensación recorrió todo su cuerpo, y entro corriendo a la casa, entro a la recamara de su ex novia, en ella se encontraba la mama de ella, abrazada del cadáver de la chica el cual reflejaba en su rostro una profunda tristeza. El joven con llanto y un nudo en la garganta, le pregunto a la Señora, que sucedió. Dígame que sucedió. Dice el doctor que murió de tristeza, ella dejo de comer, dejo de reír, no sabemos si el desamor la alejo de todo, no sabemos si el sentimiento de culpa la hizo infeliz, te ha dejado esta carta, le dijo, el comenzó a leer. Sabes amor, yo también sentí lo mismo que tu, el aire empieza a faltarme, Intento gritar pero no puedo, luces blancas iluminan mi recamara, me voy para siempre amor, gracias por haber ido al Lago, gracias por estar aquí, aunque en vida no me pudiste perdonar, se que ahora lo harás frente a mí, el miro el cadáver, y solo dijo: Perdóname tú a mí.

En el amor, en la amistad, en la familia, no dejemos entrar sentimientos mezquinos en nuestro corazón, como lo son el rencor, el odio, el orgullo, la ira, etc. Aprendamos a perdonar y a pedir perdón, no dejemos que mañana sea demasiado tarde, mírense a los ojos y sientan lo bello que es "vivir y perdonar" Comencemos perdonándonos a nosotros mismos de todo los errores que hayamos cometido, y así lograremos perdonar al resto, no oscurezcas tu alma con cosas malas límpialo con cosas buenas perdónate y perdona errar es humano y perdonar es divino.